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Llega un momento donde los caminos se bifurcan. Tú a Madrid y yo a Sanse. Sabemos de sobra que los caminos se juntan una vez y puede que no se vuelvan a juntar más. Aunque también sabemos de sobra que la vida da muchas vueltas y puede que por casualidades volvamos a estar juntos en un par de años. Puede que no quiera recordarlo, simplemente por el hecho de que me deje de doler. Pero te das cuenta de que es casi imposible, aunque la distancia este de tu lado, sabes que si no le tienes de tu lado revientas. Sabes que no le vas a ver todos los días y puede que no le vayas a poder besar nunca más. Todo, casi como por arte de magia, acaba. Nada es para siempre. Y sabemos de sobra que solo nos quedan los recuerdos de aquellos días, teniendo la esperanza de que algún día nuestros caminos se vuelvan a encontrar de manera inesperada, haciendo que empiece una nueva historia de lo vivido anteriormente. Por eso mismo me vale más el recuerdo de tú sonrisa con la esperanza de volver a verla, que el recuerdo de mil lágrimas porque sé que te he perdido para siempre. Y si hay algo que sé seguro es que las personas cambian, sin embargo los recuerdos duran para siempre.
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